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martes, 13 de septiembre de 2011

DESCUBREN NUEVOS SECRETOS EN LA GIOCONDA


Descubren nuevos secretos en La Gioconda



Un experto asegura que tuvo cejas y pestañas. Y dijo que el pintor iba a elaborar un rostro más ancho y una sonrisa más expresiva pero cambió de parecer. También asegura que sostiene un manto ya imperceptible.
La Mona Lisa sí tenía originalmente cejas y pestañas y en principio su célebre autor habría intentado un rostro más ancho y una sonrisa un tanto más expresiva. Al menos así lo afirman nuevas pruebas realizadas con un escáner digital reali zadas por el ingeniero francés Pascal Cotte.

Subyugado por la obra maestra de Leonardo Da Vinci en su niñez, Cotte diseñó una cámara que le permitiera desentrañar sus secretos y deconstruir a partir de imágenes de alta definición no sólo el proceso de deterioro que la obra sufrió a lo largo del tiempo, sino además los pasos, pintura sobre pintura, dados por el artista en su creación.

Los resultados de la investigación, las pruebas fotográficas y las imágenes hasta 24 veces ampliadas, trabajo que, según calculó Cotte, le demandó unas tres mil horas de análisis, se encuentran actualmente en exhibición en el Complejo Metreon de San Francisco.

Un escáner de 240 megapixeles capaz de generar imágenes ultradetalladas, fue la herramienta para desentrañar uno de los principales enigmas del retrato de Da Vinci: la presencia o ausencia de cejas y pestañas.

Durante siglos los especialistas y aficionados han realizado especulaciones respecto de esa ausencia. Algunos concluyeron que el artista nunca llegó a pintarlas, porque realmente nunca llegó a terminar el retrato; otros que de acuerdo a la moda florentina la modelo llevaba las cejas depiladas; y también se llegó a pensar que pudieron haber sido borradas en alguno de los procedimientos de restauración.

Esta última hipótesis parece ser confirmada por las pruebas del ingeniero parisino que dice haber encontrado en las imágenes de alta definición una pincelada sobre el ojo izquierdo que conduciría a pensar que cejas y pestañas existieron y que fueron borradas en los sucesivos esfuerzos de restauración.

Cotte trabajó con imágenes tomadas en el laboratorio del Louvre con una cámara digital, especialmente desarrollada para esa tarea. Se trata de un aparato de veintidós gigabytes y trece filtros de colores, notablemente superior a las cámaras regulares que poseen sólo tres o cuatro filtros.

Los sensores desarrollados por Cotte para captar no sólo las ondas lumínicas del espectro visible sino también aquellas que caen en las áreas de infrarrojo y ultravioleta, y que son invisibles al ojo humano, hicieron posible desnudar a la Mona Lisa y escarbar en sus secretos.

A partir de ello, el ingeniero concluye que Da Vinci cambió de parecer sobre la posición de dos dedos de la mano izquierda de la Mona Lisa. También, que la archiestudiada sonrisa, iba a ser en principio un tanto más expresiva de lo que luego resultó y que el rostro habría sido más ancho.

La Mona Lisa o La Gioconda sostiene además un manto casi imperceptible, de acuerdo al análisis de Cotte.

Pero no queda todo allí. Estas nuevas pruebas, tal como afirma el investigador, han podido revelar los colores originales de la obra ocultos por el tiempo, el barniz y las sucesivas restauraciones.

Al parecer la pintura original no lucía como puede vérsela ahora saturada de verdes, amarillos y marrones, sino más bien con azules claros y blancos brillantes.

"Para las próximas generaciones garantizamos que siempre podrán conocer el verdadero color de la obra", enfatizó Cotte, que espera que su técnica pueda ser utilizada en futuras restauraciones. Sin embargo algunos especialistas e historiadores de arte se han manifestado escépticos frente a estos nuevos hallazgos.

En tanto, el ingeniero francés ya ha tomado imágenes de alta definición de otras tantas obras de arte, alrededor de 500, entre las que se incluyen famosas pinturas de Van Gogh, Brueghel, Courbet y varios maestros europeos más.

Revelaciones que sólo dan lugar a nuevos enigmas y que siguen acrecentando el poder de seducción de las grandes obras, de los grandes maestros y sus misterios inacabables.



2 comentarios:

  1. La Mona Lisa, ¿embarazada?
    La enigmática sonrisa de la Gioconda podría deberse a que estaba embarazada o acababa de dar a luz. Al menos es lo que piensa un grupo de investigadores canadienses que han aplicado una novedosa técnica sobre la obra cumbre de Leonardo que les ha permitido apreciar detalles hasta ahora desconocidos. Usando un sofisticado escáner láser de tres dimensiones, han desnudado a la Mona Lisa y han descubierto que portaba un velo que solían llevar las mujeres embarazadas y el pelo recogido en un moño.
    El Consejo Nacional de Investigaciones de Canada, la principal institución oficial de investigación del país, desveló ayer en Ottawa los resultados de un minucioso análisis practicado sobre el cuadro por encargo del Museo del Louvre. Los investigadores realizaron sus análisis en el propio museo. Fueron dos noches de exámenes de la pintura por parte de un equipo de 11 investigadores del NRC tuvo entre el 18 y el 20 de octubre del 2004 en París.

    La técnica consiste en un escáner de infrarrojos en tres dimensiones que permite una resolución 10 veces más fina que el cabello humano y que les ha permitido certificar, además, que la obra se encuentra en buenas condiciones pese a tener más de 500 años. Con esta técnica han descubierto que Mona Lisa, identificada como la esposa de un comerciante de seda llamado Francesco del Giocondo, lleva puesto "un velo de gasa" fina y transparente, enganchado al cuello de la blusa y que normalmente llevaban las mujeres embarazadas o que acababan de dar a luz, según ha indicado Bruno Mottin, conservador del Centro de Investigación y de Restauración de los Museos de Francia.

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  2. Madre por segunda vez?

    "El cuadro fue pintado para conmemorar el nacimiento del segundo hijo de Mona Lisa", sostiene, para añadir que "es una mujer que acaba de dar a luz, que se gira hacia nosotros, fija los ojos e nosotros y sonríe ligeramente".

    "Nuestra sorpresa ha sido descubrir cosas que nunca habían sido vistas hasta ahora", gracias a una técnica que permite ver a través de las distintas capas de pintura y barniz. Así, se percibe que la Gioconda, que tenía unos 30 años cuando fue inmortalizada por el genio del Renacimiento italiano no lleva el pelo suelto, una costumbre que en la época era común entre las niñas o mujeres de "mala virtud", sino que lleva el pelo "sujeto en un moño cubierto por un bonete detrás de la cabeza".

    Pero el láser de los investigadores canadienses, patentado por NRC, no ha podido descubrir ningún código secreto enmascarado en la pintura, sobre el que versa la novela de ficción de Dan Brown El código Da Vinci. El análisis sí ha puesto al descubierto otro de los secretos más íntimos de la dama, como el dibujo grabado en la madera y que Da Vinci utilizó como composición general sobre la que basó la pintura final. El escáner también ha concluido que el desgarrón de 12 centímetros situado en la mitad superior de la pintura, causado probablemente cuando fue retirada de su marco original y reparada entre mediados del siglo XVIII y principios del XIX, está estabilizado y no ha empeorado con el tiempo.

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